Noticia aparecida en el Diario El Pais del pasado 20 de febrero, en la que se asegura que Johnny Depp es un asiduo a los LIBROS.
Lo mismo que su ídolo, Keith Richard, o su amigo, Nicolas Cage. Brad Pitt también es otro habitual y en cuanto Whoopi Goldberg se suma al acto, son asiduos a las ferias de libros. Lo mismo ocurre con Madonna, Jay Leno o Daniel Radcliffe por citar algunos personajes. Todos ellos tienen algo en común además de su fama y de sus abultadas cuentas corrientes: su adicción por los libros.
Eso sí, no
se trata de ejemplares corrientes y vulgares.
Su entusiasmo les lleva más
lejos, por ejemplo, hasta la feria de anticuarios especializados en el mundo del libro que se ha
celebrado recientemente en Pasadena (California), un foro en el que
solo se encuentran obras descatalogadas, primeras ediciones, manuscritos
originales o volúmenes agotados que muchos consideraban perdidos en el tiempo.
Es ahí por
donde Pitt se paseó vestido con un chándal para no llamar tanto la atención y
poder curiosear y comprar principalmente libros sobre arquitectura, le apasionan los libros de arquitectura y de fotografía.
Cada uno
tiene sus vicios. Y Depp tiene unos gustos claros, caros y muy amplios a la vez
que bien definidos.
Sin embargo
no siempre la compra de libros está unida al coleccionismo. Son muchos los
rodajes que recurren a estas ferias del libro antiguo como fuente de
información. O los agentes que encuentran en estos incunables ese objeto único
con el que agasajar a sus clientes o con el que borrar las dudas de un actor a
la hora de aceptar un proyecto. Como indicó recientemente un librero, es un
sano cambio sociológico “ver que la industria regala libros”. Un cambio en los
gustos pero no en los precios.
John
Larroquette, amante de la obra de Samuel Beckett, admite sin reserva que cuenta
con libros valorados en más de 15.300 euros. Y la proximidad de los Oscar no
hace más que avivar el fuego con un candidato que permanecerá anónimo comprando
en la última feria de Pasadena un libro de 95.700 euros, una ganga después de
que el anterior volumen que compró al mismo librero tuvo un valor de 153.000
euros.
Goldberg
sigue los gustos de otro coleccionista y actor como Bill Cosby, amante de la
literatura afroamericana y que cuenta en su colección con la primera edición
del libro de poemas de Phillis Wheatley, la primera escritora negra que publicó
en Estados Unidos.
Al igual que
Depp, a Cosby le gusta utilizar el término de guardián más que el de
coleccionista, decidido a preservar esta parte de la cultura estadounidense.
Otros, como Madonna, no compran
libros que no puedan leer y aunque a la chica material le apasiona
Hildegard von Bingen, no tiene copias de su obra en latín, idioma de sus
composiciones medievales, porque no sabe leerlos.
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